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Resumen
El lenguaje médico, como todo lenguaje científico, no persigue fines estéticos, creativos, lúdicos ni recreativos como sería el caso del lenguaje literario, sino fines informativos, didácticos y comunicativos. Los epónimos, así como los diferentes tipos de abreviaciones (abreviaturas, siglas y símbolos), han formado parte del lenguaje de la humanidad desde más de una veintena de siglos y son especialmente abundantes en los lenguajes de las especialidades, tanto de la medicina como de otras ciencias. Así como del lenguaje común y popular, estos han formado parte del lenguaje desde tiempos inmemoriales, y son especialmente abundantes en los lenguajes médico-científicos. Normalmente se utilizan como recurso para honrar, ganar tiempo y ahorrar espacio, cuando esté en su contenido se percibe bien, su uso revela notoriamente un ahorro en la comunicación médica; de no emplearlos, en cada caso habría que hacer una exposición o descripción relativamente amplia de la enfermedad o el signo de que se trata. Sin embargo, pueden producir problemas de comunicación entre los profesionales de los diferentes niveles asistenciales, debido a su imprecisión y a su carencia de equivalencia internacional, lo que puede llevar a confundir la realidad que tratan de describir, ya que un mismo término o abreviatura puede tener diferentes significados, lo que puede suscitar interpretaciones erróneas con posibles consecuencias graves. En este artículo se revisan las razones de su existencia que definen su construcción y uso, se describen los problemas de su utilización en la comunicación medico científica en la actualidad.
Palabras clave
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