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Abstract
El escepticismo abre la vía de la duda creadora y de la suspensión de las afirmaciones con el objeto de alcanzar la felicidad. Experiencia vacua de la epojé y del pirronismo puro.
Yo no soy filósofo, pero la sabiduría me hace soñar. Yo sueño un cambiode todo lo que hace sufrir y, primero que todo, un cambio de mi pequeñez. Esta sabiduría de la transformación, creo, como muchos, se encuentra en la vía escéptica, la vía de la duda creadora y de la "eliminación de afirmaciones"1 (epojé) con el objeto de alcanzar la felicidad. Pero, en la lectura del Pirrón y la apariencia de Marcel Conchez (2) y con ayuda de la práctica del budismo, la epojé ha llegado a ser para mí, más que un paréntesis fenomenológico rápidamente cerrado para no extenderlo, un verdadero "detener los juicios". La extrema inteligencia del escepticismo, como diría Sexto, por ejemplo, puede posarse sobre el umbral de la "gran epojé", pero ella no profundizará tanto como el misterioso Pirrón de Elis encarnado desde ahora en mí.