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Resumen
Este aquilatado rockero de bella estampa y llamativa pinta llegó a Manizales, muy a fines de los deliciosos setenta, con la indeclinable misión de contribuir a hacer inolvidables aquellas décadas. Venía con él su guitarra eléctrica y traía puestas su pasión por la música y su dosis personal de buena “yerba”. Como no podía pasar inadvertido en estas frías y brumosas calles, este locuaz, afable, alegre, soñador y excéntrico valluno, bien pronto “casó” con linda Manizaleña y conformó la primera de una serie de bandas que revolucionaron musicalmente la ciudad y convulsionaron las costumbres de la juventud de la época. Como su deambular por éste, su amado planeta, no estuvo circunscrito tan sólo a los trajines de la música.