Interpretación de la manera en que los agenciamientos artísticos movilizan los modos subjetivos del habitar de los integrantes del colectivo Al Ritmo de la Basura

 

Paola Andrea Agudelo-Salazar1, Oscar Armando Jaramillo-García2

 

Recibido: 4 agosto 2020, Aceptado: 18 mayo 2021

 

DOI: 10.17151/luaz.2021.53.8

 

Resumen

 

Introducción. La crisis ambiental se evidencia a través del incremento de los índices de contaminación y pérdida de biodiversidad. Simultáneamente con lo mencionado, las manifestaciones de diferentes organizaciones y colectivos artísticos surgen como modo de protesta ante la inminente catástrofe causada por las dinámicas del desarrollo capitalista. Objetivo. Interpretar la manera en que los agenciamientos artísticos movilizan los modos subjetivos del habitar de los integrantes del colectivo musical-ambiental Al Ritmo de la Basura. Metodología. El desarrollo de la investigación se hace desde el enfoque de investigación cualitativo, tomando el método de la fenomenología del habitar poético, construido desde el ámbito del pensamiento ambiental latinoamericano, que invita a comprender el mundo como una red-trama-tejido, desdibujando la idea dualista impuesta por la razón occidental sujeto-objeto, que ha permitido la dominación sobre la naturaleza. Resultados. Se trabajaron tres categorías de análisis: agenciamiento, que permitió identificar cómo el colectivo se ha ensamblado con elementos de diferente naturaleza y encontró su línea de fuga en la búsqueda de una solución desde la educación a la crisis ambiental. Habitar la tierra, donde se resaltó que el colectivo, a través de su música, invita a girar hacia un modo de habitar centrado en la armonización cultura-naturaleza. Finalmente, se aborda la categoría de pensamiento ambiental a través de las composiciones líricas y discurso de los integrantes, quienes enfatizan, haciendo uso de su música, que el ambientalismo más que una acción individual debe ser una fuerza colectiva ética y política. Conclusión. El colectivo se constituye como máquina de guerra de tipo rizomática que se ha encargado de promover la transformación del pensamiento de las bases sociales, para que se comprenda que la crisis es de carácter político, y que, por lo tanto, la solución, más que en el reciclaje, está en el marco de lo político.

 

Palabras clave: crisis ambiental, desarrollo, cultura, educación.

 

Interpretation of the way in which the artistic assemblages mobilize the subjective modes of living of the members of the Al Ritmo de la Basura group

 

ABSTRACT

 

Introduction: The environmental crisis is evident through the increase in the rates of contamination and loss of biodiversity. Alongside with this situation, different organizations and artistic collectives arise as a way of protest against the imminent catastrophe caused by the dynamics of capitalist development. Objective: To interpret the way in which artistic assemblages impact the subjective ways of living of the members of the musical-environmental group Al Ritmo de la Basura. Methodology: The development of this research is carried out from a qualitative research approach, taking the method of phenomenology of “poetic living”, built from the Latin American environmental thought that invites to understand the world as a network-weft-fabric blurring the dualistic idea imposed by the Western subject-object reason which has allowed domination over nature. Results: Three categories of analysis were proposed: (1) assembling, which made it possible to identify how the group had assembled with elements of different nature and found their line of flight in the search for a solution from education to the environmental crisis; (2) Inhabiting the earth, where it was highlighted that the group, through its music, invites to turn towards a way of living centered on the harmonization of culture and nature; (3) the category of Environmental Thought is addressed through the lyrical composition and discourse of the members who emphasize, making use of their music, that environmentalism, more than an individual action, should be a collective ethical and political force. Conclusion: The group is constituted as a rhizomatic war machine that has been in charge of promoting a transformation of the thinking of the social bases so that it is understood that the crisis is of a political nature, and therefore, the solution, more than recycling, is within the framework of politics.

 

Key words: environmental crisis, development, culture, education.

 

 


 

Introducción

 

Al Ritmo de la Basura nace finalizando 2016, como una propuesta de dos jóvenes de 23 y 29 años de edad que, debido a sus experiencias educativas propias en temas ambientales, evidenciaron un modelo educativo tradicional, teórico y poco llamativo para los jóvenes, por lo que quisieron buscar un camino innovador para fomentar la educación ambiental y una transición de los hábitos ambientales negativos hacia la armonización de la vida con los ecosistemas. En la actualidad, en el colectivo está conformado por seis integrantes, de los cuales tres han estado desde su inicio.

 

La etapa de consolidación del colectivo se inicia cuando resultó ganador de la convocatoria ambiental a nivel nacional, “Alivia la Tierra”, de la Fundación Audifarma, en la categoría de conciencia ambiental. Este proyecto se desarrolló en Frailes (municipio de Dosquebradas, Risaralda) con un grupo de niños y padres de familia que recibieron formación musical y ambiental, por medio de diferentes ejercicios artísticos, enfatizando en la música como herramienta para hacer educación ambiental de manera diferente.

 

Uno de los resultados fue la composición musical y literaria de canciones relacionadas con la biodiversidad, el reciclaje, los hábitos de consumo y temas de crítica al consumismo. Así como la construcción de instrumentos musicales, con elementos reutilizados como tubos de PVC, tubos de aluminio, plástico, palos de escoba, latas, plástico, entre otros.

 

Dichas composiciones musicales fueron presentadas en una serie de conciertos didácticos en los municipios de Pereira y Dosquebradas, teniendo un importante reconocimiento en el sector cultural de estas ciudades.

 

En esta nueva etapa de Al Ritmo de la Basura ingresan tres nuevos integrantes, todos jóvenes entre los 20 y 26 años, que se sienten identificados con el colectivo, al reconocerse en el contexto local y nacional los vacíos de la educación ambiental que refuerzan la crisis ambiental actual. De esta manera, Al Ritmo de la Basura inicia una acción colectiva, entendida como “cosas que hacen en conjunto un grupo de personas” (Aguilera, 2010, p. 84) para buscar resistencias y transformaciones en espacios locales.

 

Como lo menciona Aguilera (2010), una de las características principales de los colectivos es la opción de formar y constituir pequeñas grupalidades sobre la base de orientaciones para la acción colectiva muy precisas, “que van desde la necesidad de nuevas formas de expresión de los contenidos, hasta aquellos que se articulan sobre la base del rechazo a determinados modelos de vínculo político propuesto a los jóvenes” (p. 90).

 

Teniendo en cuenta lo anterior, el colectivo de Al Ritmo de la Basura, después de finalizar el proceso comunitario, decide continuar su labor a través de la autogestión, tomando como bandera la importancia de la reflexión ambiental a través de la música. Con una apuesta de creación de lenguaje musical, puesta en escena e instrumentos musicales únicos, como medio de protesta y rechazo a la crisis ambiental producto de una inadecuada gestión de la educación ambiental integral.

 

Es por lo que se crean obras musicales, que incluyen críticas al deterioro ambiental como resultado del modelo de desarrollo, cantando en contra de la megaminería y las estrategias capitalistas mundiales que destruyen la biodiversidad. A partir de este momento, el colectivo decide transmitir un mensaje con tinte político y de denuncia, además de canciones de educación ambiental, con mensajes sutiles, pensando en la población infantil.

 

En 2018 se realizó la primera gira departamental en Risaralda, en donde:

 

[…] a través de las presentaciones, los asistentes, en su mayoría niños y jóvenes, se interesaron en conocer y explorar los instrumentos, además de indagar sobre los temas cantados, como la contaminación por uso de plásticos, la deforestación, el fenómeno de la lluvia ácida o la biodiversidad. (Cultura y Bibliotecas Comfamiliar Risaralda, 2018)

 

También, en 2018, el colectivo realizó la primera gira promocional internacional en Ciudad de México. Para este mismo año, gana la Convocatoria Municipal Estímulos de la Secretaría de Cultura de Pereira, en la beca para la creación y circulación local de espectáculos y montajes musicales, con el proyecto “Páramo-ver el alma”, que tuvo como objetivo dar a conocer la riqueza territorial local, a través de un recorrido musical por los ecosistemas, desde el páramo hasta el valle.

 

Este mismo año, el colectivo recibe el reconocimiento de los Premios Latinoamérica Verde, por pertenecer al ranking de los 500 mejores proyectos sociales y ambientales de América Latina, ocupando el puesto número 68 en la clasificación general y el lugar número 13 en la categoría específica de manejo de residuos sólidos. Para el año 2019, Al Ritmo de la Basura resulta ganador de la Convocatoria Municipal Estímulos de la Secretaría de Cultura de Pereira, en la categoría de Circulación nacional e internacional, con el proyecto “Páramo ver el alma, el Río Otún extiende su cauce hasta el Perú”.

 

Teniendo en cuenta que, en primera instancia, este colectivo se moviliza en búsqueda de la promoción y transformación de la cultura ambiental (que implica ser oposición al desarrollo convencional y modificar los modos de habitar); en segunda instancia su constitución se dio como resultado de inconformidades que trascendieron a la acción y, en tercera instancia que a través de la música pueden llegar a una cantidad considerable de personas, no solo a nivel local, sino también latinoamericano, se consolidaron dos grandes categorías teóricas en esta investigación, que tiene como objetivo interpretar la manera en que los agenciamientos artísticos movilizan los modos subjetivos del habitar de los integrantes del colectivo Al Ritmo de la Basura.

 

Agenciamiento. Para comprender el funcionamiento de un agenciamiento es importante remitirse a Deleuze y Guattari (2002) y a su texto Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, en donde los autores construyen su planteamiento de organización y ocupación de la tierra y la sociedad, en función de estratos, mesetas, multiplicidades, relaciones rizomáticas, cuerpos sin órganos. Siendo los agenciamientos “todo lo visible y todo lo enunciable de la tierra” (Lapoujade, 2016, p. 202).

 

Los agenciamientos son una construcción de multiplicidades, de cuerpos y de signos, es decir, “un agenciamiento es siempre doble; a la vez agenciamiento maquínico de cuerpos y agenciamiento semiótico de signos” (Lapoujade, 2016, p. 203). Esta doble articulación del agenciamiento podría entenderse en términos de un aspecto relacional y un aspecto procesual, que componen un eje horizontal y un eje vertical, respectivamente.

 

El aspecto relacional se describe en un eje horizontal en donde ocurren las interconexiones, las relaciones múltiples entre multiplicidades. Como lo afirma Heredia (2012), “esta mezcla de cuerpos sería el agenciamiento maquínico de efectuación y darían lugar a una formalización de contenido” (p. 95).

 

Al mismo tiempo, en el eje horizontal, se encuentran los agenciamientos colectivos de enunciación, que dan paso a la formalización de expresión. Estos son una “composición de enunciados heterogéneos y será, en la reunión y sedimentación de varios agenciamientos, un régimen de signos y de enunciados que determinará estratos y formaciones históricas, es decir, condiciones de lo enunciable en un campo social determinado” (Heredia, 2012, p. 95).

 

Ahora bien, el eje vertical, según Heredia (2012), da cuenta del “carácter metaestable que signa todo agenciamiento” (p. 96). Este eje remite a la territorialización y desterritorialización, codificación y recodificación, estabilidad y movimiento a los que está constantemente expuesto el agenciamiento. El eje vertical se refiere a la realidad, a la transformación constante de la realidad, a la constante batalla de estratificación y desestratificación.

 

Los agenciamientos son convergencias entre heterogeneidades, multiplicidades nutridas de otros agenciamientos de los que han sido movilizados o desterritorializados. Por lo tanto, son una construcción dentro del movimiento libre de elementos múltiples, que se reterritorializan, codifican y concretan, dinamizados por el deseo. “Los agenciamientos son pasionales, son composiciones de deseo. El deseo no tiene nada que ver con una determinación natural o espontánea, sólo agenciando hay deseo” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 401).

 

Finalmente, cabe acentuar en la característica de multiplicidad, heterogeneidad y pluralidad, el constante movimiento y variedad de combinaciones y múltiples relaciones de individuos, elementos y fuerzas, el devenir, la ruptura y transformación a las que está sometido un agenciamiento (Deleuze y Guattari, 2002, 2009). Por lo que los deseos, como productores de agenciamientos, deben transversalizar las relaciones, hacerlas rizomáticas, garantizar la continuidad de esas conexiones, construir nuevos agenciamientos que resistan a las reterritorializaciones y recodificaciones del plano organizativo.

 

Pensamiento estético-ambiental. El pensamiento ambiental está relacionado con la tecnosociedad, abordada por Duque (2008) en el sentido en que dicha sociedad se ha empeñado en dominar la naturaleza, destruyéndola, desarraigándose de ella para mantener un modelo de desarrollo extractivista, normalizado mundialmente. De otra parte, el pensamiento ambiental propone la sutura, la reconciliación del hombre-naturaleza. Para abordar esta categoría se hará referencia a Augusto Ángel Maya y a Ana Patricia Noguera, filósofos colombianos que se encargaron de estructurar el pensamiento ambiental en Colombia. Según Noguera (2012), “el maestro Augusto Ángel Maya imaginó una sociedad ambiental, una transformación de la cultura ambiental de la sociedad. Sin embargo, aparecieron los primeros obstáculos identificados en diferentes discursos económicos y políticos mundiales: la escisión cultura-naturaleza y el desarrollo” (pp. 13-14).

 

La cultura es la forma de adaptación de la humanidad. El hombre debe necesariamente modificar los ecosistemas para construir su hábitat. Sin embargo, la cultura ha sido dominada por la forma de desarrollo que se expandió a nivel mundial, convirtiéndose así en una cultura tóxica, destructora e individualista, que no se reconoce dentro de un orden natural, sino que se entiende como dueña de todo lo que le rodea:

 

La totalidad de la cultura se ha convertido en una pieza rentable del mercado. Para ello ha sido menester forjar una economía acomodada a los nuevos mitos. Según estos, el progreso consiste en la ampliación indefinida del consumo, y el desarrollo histórico significa producir más y consumir más […] No hay límites para el hombre en la conquista de la naturaleza. El optimismo se basa en una visión eurocéntrica del desarrollo, según la cual, la meta es poseer lo acumulado por los países ricos. (Ángel, 1995, p. 2)

 

Con lo anterior, es evidente que la crisis ambiental está completamente relacionada con las políticas y dinámicas mundiales que han arraigado en la cultura su perspectiva de desarrollo convencional, haciéndola frágil, codificándola para perpetuar la idea extractivista y destructiva de desarrollo. En relación con lo anterior, Ángel (1995) manifiesta que “lo ambiental no es un problema que se resuelva solamente con el esfuerzo moralista de una ética individual” (p. 170). Por ello, más allá de pequeñas acciones individuales para cuidar el medio ambiente, es necesario trascender hacia planos políticos y de desarrollo, pues desde allí emerge la crisis.

 

Por lo que la propuesta del pensamiento estético-ambiental plantea una deconstrucción del paradigma de desarrollo, que se ha apoyado en la ciencia y en la razón para ordenar la tierra “a partir de las determinaciones propias de sus principios orientadores y rectores” (Noguera, 2012, p. 13); en donde no exista hombre-naturaleza por separado, sino que se comprenda como un tejido, en el cual la afectación de uno repercute en el otro. Estos nuevos paradigmas del pensamiento deben instalarse en la profundidad de la cultura, para que, poco a poco, emerjan y puedan transformar la realidad ambiental:

 

Esta propuesta, en clave de nuestro pensamiento estético-ambiental-complejo, es estética porque exige la modificación de las maneras del habitar humano moderno que son entramado simbólico; ética porque está preguntándole al habitar humano moderno sobre su propio ser como ethos, es decir, como expansión de su propio cuerpo, como emergencia de sí mismo en sentido spinozista, y epistémica porque interroga la escisión que es clave en la configuración del sujeto-yo-razón (ego-cógito) de poder y de dominio, sobre la naturaleza-objeto (res extensa). (Noguera, 2012, p. 16)

 

Así pues, el pensamiento estético-ambiental recoge la idea de habitar la tierra de modo armónico, en donde no se transformen los ecosistemas como principio de extracción y obtención de riqueza y desarrollo, sino pensando en “transformar bien” (Ángel, 1995, p. 3). Transformar como estrategia adaptativa, sin ambiciones ni necesidades creadas y controladas por el sistema capitalista. En esta propuesta, es clave comprender que el hombre es una extensión de la naturaleza, que no existen jerarquías, sino que existe una trama, una red, en donde hombre y naturaleza hacen parte de sus tejidos. Por lo tanto, las reformas o alteraciones hechas en el entramado de la vida repercutirán en cada uno de sus integrantes (Carrizosa, 2000, 2008).

 


 

Ruta metódica

 

Para explorar y entender el significado colectivo de los modos de habitar, agenciados a través de prácticas artísticas de los integrantes de Al Ritmo de la Basura, se hace uso de la fenomenología del habitar poético de Martin Heidegger, adaptada desde la propuesta del pensamiento ambiental, planteada por Noguera y Pineda (2014).

 

De este modo, la fenomenología del habitar poético (Noguera y Pineda, 2014) implica “hacer una epojé del pensamiento moderno: poner entre paréntesis la racionalidad que ha reducido los cuerpos vivos a cuerpos amputados de la tierra. La vida, en su complejidad estética creciente, ha sido reducida a mercancía y la tierra a recurso” (p. 21).

 

Hacer esta epojé permite comprender que el hombre es naturaleza, que este no debe ser el sujeto dominante, que se atribuyó egocéntricamente la labor de destruirla y disminuirla a objeto ilimitado. Entender que hombre y naturaleza son una misma cosa es empezar a pensar ambientalmente, lo que implica “la tarea de un nuevo tipo de pensar, el que se deja habitar y habita. No es por el pensar que habitamos la tierra, sino por el habitar, por la forma de habitar que el ser se expresa en el pensar” (Noguera y Pineda, 2009, p. 266). Pensar ambientalmente significa empezar a habitar poéticamente.

 

La palabra “[…] poéticamente habita el hombre […]” dice: el poetizar deja, ante todo, al habitar ser un habitar. Poetizar es el propio dejar habitar. Mas, ¿por medio de qué logramos un habitamiento? Por medio del construir. Poetizar es, en cuanto dejar habitar, un construir. (Heidegger, 2017, pp. 78-79)

 

Cuando el autor se refiere al construir no habla únicamente de construir edificaciones. “La antigua palabra bauen significa que el hombre es en la medida que habita […] Los dos modos del construir —construir como cuidar, en latín collere, cultura; y construir como levantar edificios, aedificare— están incluidos en el propio construir, habitar” (Heidegger, 2014, p. 2). Así pues, según Heidegger (2017), “el poetizar, antes que nada, pone al hombre sobre la tierra, lo lleva a ella, lo lleva al habitar” (p. 81). Es por esto que Heidegger (2000) se pregunta si la racionalización técnico-científica en realidad permite ver lo que es; lo que es, entendido como el habitar ambiental, el construir desde la profunda sabiduría:

 

La efectividad prueba la exactitud de la racionalización científico-técnica. Pero ¿se agota en lo demostrable la apertura de “lo que es”? La insistencia en lo demostrable ¿no cierra el camino hacia “lo que es”? […] La tarea del pensar consistiría, entonces, en el abandono del pensar anterior, para determinar lo que es la ‘cosa’ del pensar. (p. 12)

 

El despojo del lenguaje, la simbología y el pensamiento egocéntrico promovido por el racionalismo, la deconstrucción de la “esquizofrenia cultural de Occidente” (Noguera y Pineda, 2009, p. 265), sería abandonar el pensar anterior, al que se refiere Heidegger (2000). La extremada racionalización ha ocultado la complejidad de la vida, por lo que la cultura actual no comprende que la vida es una red tejida por hilos, en donde el hombre es uno de esos hilos, y no el artesano de la red.

 

Técnicas e instrumentos de recolección de información

 

Se ha evidenciado que dentro del pensamiento ambiental y los modos poéticos del habitar se busca superar la mirada dualista sujeto-objeto, por lo que las técnicas e instrumentos de recolección de información deben responder a esa relación. Debido a lo anterior, para esta investigación, se hace uso de técnicas interactivas que se caractericen por “reconocer el conocimiento como producto de la interacción entre el ser humano, la sociedad, la vida y el mundo” (Quiroz et al., 2002, p. 21) distanciándose de concepciones simplistas, para dar paso a una comprensión de la relación rizomática propia de la sociedad.

 

Una de las técnicas interactivas que se usa es la foto-historia, la cual se enmarca en las técnicas histórico-narrativas que, según Quiroz et al. (2002), “buscan rescatar la experiencia de los sujetos, y la recuperación de procesos, hechos, acontecimientos que se dieron en el pasado, pero que cobran vida en el presente e inciden en el futuro” (p. 68). La foto-historia es de gran utilidad para la investigación porque permite construir un diálogo entre el recuerdo, las bases que hicieron emerger las prácticas artísticas y cómo se han transformado en el tiempo. Además, se utiliza el relato autobiográfico, por medio del cual es posible indagar sobre “los sentimientos, la manera de entender, comprender, experimentar y vivenciar el mundo” (Martín, 1995, p. 42).

 

Unidad de trabajo

 

En tanto la apuesta de la indagación es por la comprensión de los agenciamientos artísticos que movilizan los modos subjetivos del habitar de los integrantes del colectivo Al Ritmo de la Basura, la unidad de trabajo del proyecto son cuatro integrantes del colectivo. Todos los participantes se encuentran entre los 22 y 28 años. Asimismo, las letras de las canciones de la agrupación fueron parte de fundamental para el desarrollo de esta investigación.

 


 

Resultados y discusión

 

Ensamblajes creativos y máquinas de guerra

 

En la semiología musical las variaciones rítmicas rompen con el pulso estable, acelerando o retardando la ejecución de determinada pieza musical. Por otro lado, la disonancia se refiere al choque entre dos o más notas, generando un ambiente de tensión o molestia en la audiencia. En esta categoría se dará cuenta de las velocidades, los movimientos rítmicos y cambios de pulsaciones que han tenido los integrantes del colectivo Al Ritmo de la Basura, con respecto a sus maneras de ser y hacer música, y cómo han podido o no, llegar a generar disonancias a medida de su desplazamiento en el espacio-tiempo.

 

Cabe resaltar que las variaciones, en tanto que son variaciones, no se deben generalizar para cada integrante del colectivo, pues, si bien todos han hecho parte de los sistemas árbol del aparato de Estado, que “actúa por captura mágica, capta y liga, impidiendo cualquier combate” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 360), cada uno ha tratado de encontrar, a su manera, otras líneas de fuga para deshacerse de lo impuesto. Es así como P13 asegura:

 

Mi vida artística antes no existía, se resumía a tocar en una iglesia montando temas y tocando […] fue provechoso, pero no tenía un lugar donde me pudieran escuchar […] Pero en Al Ritmo de la Basura, desde ese primer ensayo fue creando y sacando ideas y trabajando las ideas.

 

A lo que P2 agrega:

 

Yo había participado en otros proyectos musicales y había tocado con otras personas, pero no me había sentido como parte de algo, de una creación, ¿cierto?, como de una propuesta original […] en Al Ritmo me sentí parte de algo y de una creación en la que podía aportar. Recuerdo cuando recién empezamos, que era como construir algo de cero, pero, aparte de que eran unas canciones, también era enfrentarse a unos sonidos diferentes, a un concepto muy distinto, fuera de lo que uno normalmente se encuentra en grupos musicales o eso, ¿cierto?

 

Teniendo en cuenta las narrativas de los participantes, es posible decir que el colectivo no tenía un camino o conducto delimitado desde su inicio, sino que fue una construcción que se nutrió de las múltiples experiencias y conocimientos de sus integrantes, lo que se constituiría como una de las características principales de la ciencia nómada, que se contrapone a la ciencia tradicional. En lo que es importante referir que la diferencia ente la ciencia nómada y la ciencia tradicional radica en que la primera “se desarrolla excéntricamente […] Captan o determinan singularidades de la materia en lugar de constituir una forma general” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 369). Mientras que la ciencia tradicional representa la imposición formalizada del aparato de Estado, “fijar, sedentarizar la fuerza de trabajo, regular el movimiento del flujo de trabajo, asignarle canales y conductos” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 374).

 

De esta manera, el colectivo Al Ritmo de la Basura se ha caracterizado por adoptar un movimiento con características nómadas, en donde se hace camino, dejando de recorrer uno ya delimitado por la escena musical y ambiental ya establecidas y formalizadas en el entorno. En el colectivo, desde las heterogeneidades se ha logrado configurar una expresión propia. P3 añade:

 

Nosotros sabíamos desde el principio que queríamos enfocarnos en ese tema en específico, pero fue con el paso del tiempo que nos dimos cuenta de cómo lo podíamos hacer. En realidad, todo era nuevo […] pero un punto muy importante era que en el grupo unos tenían más experiencia que otros en diferentes cosas.

 

Según Deleuze y Guattari (2002), “para la ciencia nómada, la materia, nunca es materia preparada, así pues, homogeneizada […] más bien sigue las conexiones entre singularidades de materia y rasgos de expresión” (p. 375). En este sentido, Al Ritmo de la Basura es un ensamblaje entre elementos de diferente naturaleza. Tal es el caso de P1 que hacía parte de una institución que obedece al orden del sistema arborescente, con jerarquías y caminos demarcados, en donde su rol se limitaba a repetir y reproducir obras musicales, pero que encontró en el colectivo una línea de fuga para proponer otros ritmos.

 

En ese sentido, las instituciones estatales, incluso las instituciones tradicionales, como la Iglesia, pretenden adjudicar o proveer de significados a los individuos, buscando ordenarlos para regular todo tipo de actividad. El establecimiento busca estriar el espacio, es decir, “asignar canales y conductos, fijar y sedentarizar […] para regular el movimiento […] homogenizar el espacio para distribuir y formalizar la materia” (Deleuze y Guattari, 2002, pp. 374-375).

 

Por el contrario, los cuerpos colectivos se mueven en el espacio liso, en donde “no existen ductos ni canales, sino un espacio heterogéneo unido a un tipo particular de multiplicidades: no métricas, acentradas, rizomáticas, que ocupan el espacio sin medirlo y solo se pueden explorar caminando sobre ellas” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 376). La experiencia de P2 puede afirmar el carácter exploratorio bajo el que ha circulado el colectivo, o por lo menos deja claro que dicha colectividad no ha canalizado los flujos creativos y diversos de sus integrantes, sino que ha circulado en esas multiplicidades (Jaramillo, 2014, 2018; 2020; Obando et al., 2019).

 

Al Ritmo de la Basura ha sido punto de encuentro entre personas que vieron la alternativa en el colectivo de producir otras realidades de deshacerse del organismo o hacerse un cuerpo sin órganos (CsO) que, en términos de Deleuze y Guattari (2002), sería “oponerse a los organismos […] El enemigo es el organismo. El CsO no se opone a los órganos, sino a esa organización de los órganos que llamamos organismo” (p. 163).

 

En este caso en particular, los integrantes del colectivo han buscado y encontrado poco a poco desestratificarse, descodificarse y salirse del espacio estriado. Por lo menos, hablando de sus prácticas artísticas, pues allí no se dan imposiciones, no se sigue un patrón, sino que existe diversidad al momento de construir las obras, instrumentos musicales o puestas en escena, situación que en una institución tradicional, como por ejemplo la academia, sería visto como un proceso desorientado. “Los estratos son ataduras, pinzas, constantemente estamos estratificados” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 164).

 

Con respecto a lo anterior, P3 menciona: “En alguna ocasión, escuché que dijeron por ahí que usar instrumentos hechos a partir de ‘basura’ era ridiculizar el papel del músico”. (Figura 1).

 

Figura 1. Instrumento musical: Guitarro.

Fuente: archivo de Al Ritmo de la Basura.

 

Toda acción que se salga de los conductos que han sido creados por el establecimiento “aparecerá necesariamente como una forma negativa: estupidez, deformidad, locura, ilegitimidad, usurpación, pecado” (Deleuze y Guattari, 2002, p. 361). Por ello, Al Ritmo de la Basura podrá ser juzgado o visto como impertinente ante una parte de la sociedad, que esté totalmente alineada a las dinámicas del organismo.

 

Los instrumentos musicales para este colectivo no solamente son una herramienta para interpretar canciones, sino que además se convierten en toda una estrategia que busca que la sociedad comprenda que no todo es basura4, sino que las dinámicas del mercado, el consumismo, entre otros, han fijado ese pensamiento de comprar, tirar, comprar. Al respecto P1 afirma:

 

Mi instrumento son dos patinetas que están prensadas […] se llama Tablajo [Figura 2] […] El objetivo del instrumento ha sido, más que nada, comunicar el mensaje de que las cosas que nosotros creemos que ya no funcionan o que se tienen que desechar porque ya no tienen más usos […] pues que solamente es de reinventarse […] simplemente es cuestión de creatividad.

 

 

Figura 2. Instrumento musical: Tablajo.

Fuente: archivo de Al Ritmo de la Basura.

 

La creatividad se trata de hacer las cosas de otra manera, proponer otros movimientos, y esa es la segunda intención de los instrumentos: desestratificarse, comprobar que salirse de lo normalizado también funciona y puede, incluso, lograr otros resultados que en situaciones estandarizadas e institucionales no serían posibles. Usar residuos sólidos como plástico, botellas, tarros, metal, entre otros, como materia prima para construir instrumentos musicales, a todas luces se sale de lo establecido.

 

Evidentemente, hacerse un cuerpo sin órganos, desestratificarse, moverse en un espacio liso, buscando movimientos rizomáticos, no es precisamente una característica del Estado o de las instituciones tradicionales; por el contrario, todas estas singularidades constituyen y se congregan en lo que sería una máquina de guerra, como oposición a lo establecido. Como lo afirman Deleuze y Guattari (2002), “las bandas en general […] son metamorfosis de una máquina de guerra, que difiere formalmente de cualquier aparato de Estado […] la máquina de guerra responde a otras reglas […] una puesta en tela de juicio de la jerarquía” (pp. 365-366).

 

La máquina de guerra-Al Ritmo de la Basura es disonante, inarmónica con los procesos jerárquicos, en la medida en que ha logrado variaciones rítmicas y tonos que ponen en tensión los significados impuestos, con las nuevas pulsaciones que han permitido transformar los movimientos artísticos de sus integrantes (Deleuze, 1987, 1995). Por ello, P1 afirma:

 

Para mí la música era montar y tocar, ahora entiendo que la música, más que un medio, también es el mensaje […] con Al Ritmo de la Basura entendí que cada cosa debe transmitir un mensaje, no solo la letra, no solo un instrumento, sino el conjunto, todo tiene que ser muy congruente […] con Al Ritmo de la Basura se ha alterado esa perspectiva de la música.

 

A lo que P3 agrega:

 

Yo había hecho parte de una banda de punk hace muchos años; creo que fue gracias a esas letras de las canciones que empecé a cuestionarme sobre algunas dinámicas y problemáticas del país […] pero nunca había pensado que una propuesta como Al Ritmo de la Basura pudiera permear todo tipo de espacios, e incluso ser más efectiva que procesos educativos formales.

 

Frente a las experiencias de P1 y P3 se puede mencionar que en el primer caso se ha logrado movilizar el pensamiento o sentido de ser artista o músico específicamente, puesto que se ha desestabilizado la idea de que ser músico se limita a leer a primera vista una partitura, o reproducir obras musicales famosas. Ser músico no es un asunto operativo, sino que, en la medida en que el músico o el artista generan conexiones con otras multiplicidades, otras máquinas artísticas, sociales, ambientales u otras de cualquier naturaleza, encuentra su función y genera otros modos de ser en el arte (Deleuze, 2015). En el segundo caso habría que afirmar que la música, con sus diferentes estéticas, busca denunciar y refutar las dinámicas políticas y de desarrollo que promueven el deterioro social; ha logrado generar cuestionamientos en la juventud.

 

El hecho de que los integrantes de Al Ritmo de la Basura sientan que su máquina de guerra funciona, que han logrado descodificar y territorializar espacios que se opongan al aparato de Estado, es una señal de que la juventud está en búsqueda de otros movimientos aberrantes (Lapoujade, 2016), de otros elementos heterogéneos, pero con el deseo de hacer oposición a lo establecido, y con quien puedan ser máquina de guerra. Como lo menciona Guattari (1996):

 

[…] el carácter transnacional de la cultura rock es totalmente significativo, al desempeñar el papel de una especie de culto iniciático que confiere una pseudoidentidad cultural a masas considerables de jóvenes y les permite crearse un mínimo de territorios existenciales. (p. 17)

 

La música ha sido el plano donde multiplicidades han podido configurar nuevos colectivos con dinámicas rizomáticas, que pretenden distribuir fluidos por sus raicillas para territorializar nuevos espacios (Deleuze, 2013a). Ahora bien, en el caso de Al Ritmo de la Basura cabe indagar sobre cuál es el punto de convergencia de sus integrantes; qué los movilizó a ensamblar esta máquina musical, y en función de qué movilizan sus prácticas artísticas.

 

De la educación ambiental a la ambientalización del pensamiento

 

Al Ritmo de la Basura, a través de una fusión entre rock, jazz, reggae y rap, canta en contra del aparato de Estado sus estrategias económicas destructoras de la biodiversidad. Tal mensaje está enfocado en generar dudas sobre la idea de desarrollo mundial arraigado en la sociedad. El virus que pretende distribuir Al Ritmo de la Basura es la denuncia, la crítica que ponga en duda las lógicas impuestas por el capitalismo extractivista.

 

El primer trabajo discográfico de la agrupación se denominó “De la Basura y otros Cuentos”5. Este álbum se caracteriza por canciones con ritmos delicados y letras con lenguaje comprensible para la población infantil, así como obras con ritmos contundentes y mensajes de denuncia y protesta ante la catástrofe ambiental. Una de las primeras composiciones musicales de Al Ritmo de la Basura fue Comprar, Consumir, Presumir, a ritmo de reggae y dance hall, dejando un mensaje concreto sobre el egocentrismo del hombre que destruye los ecosistemas pensando únicamente en su bienestar.

 

La tierra ya no tiene el valor que tenía ayer, sólo quedan recuerdos de su magia, su poder […] El hombre y sus ansias de tener, acaba con la tierra, destruir es su ley […] Pensar en construir, sin mirar que destruir, es la nueva forma, forma de vivir. (Fragmento de la canción “Comprar, Consumir, Presumir”. Autor: Johan López Valencia)

 

Este fragmento da cuenta de una manera muy clara de lo que ha producido el pensamiento binario árbol-raíz, sujeto-objeto, o hombre-naturaleza, que el aparato de Estado ha logrado imponer, como una de las estrategias para garantizar que los individuos aprueben cada una de sus acciones. En este caso, el pensamiento sujeto-objeto ha validado la modificación de los ecosistemas, que más allá de un beneficio y armonización sociedad-naturaleza buscan un beneficio económico para grandes grupos empresariales.

 

En relación con una de las estrategias del desarrollo economicista, se podría afirmar que la mayor muestra de egocentrismo y dominación del capitalismo sobre los ecosistemas, los territorios, las comunidades y sus ontologías es la megaminería. Precisamente, “Megaminería”6 es una de las canciones más mencionadas de Al Ritmo de la Basura. Esta pieza musical da cuenta de la desintegración literal de la tierra, la separación, la escisión dolorosa a través de explosivos, para extraer minerales que, hoy en día, tienen mucho más valor que la biodiversidad, incluso, más valor que la vida misma.

 

Esto es megaminería, no es una tontería (como dicen los que trafican con ella), dinamitan la tierra y acaban, y acaban con ella […] Sin importar el daño que hagamos hoy, nuestra desgracia será su motor. (Fragmento de la canción “Megaminería”. Autor: Johan López Valencia)

 

Afirmar, a través de esta canción, que la desgracia local es el motor de quienes promueven la megaminería, es sin duda una declaración directa de la relación que existe entre la miseria social, la crisis ambiental y el estilo de desarrollo. Como lo menciona Ángel (1988) —un importante ambientalista colombiano, pionero en denunciar que la crisis ambiental es inherente al desarrollo—: “La perspectiva ambiental abarca el medio social y cultural e implica reconsiderar los modelos de crecimiento y desarrollo” (p. 11). A lo que P2 agrega:

 

Al Ritmo de la Basura tiene un concepto muy claro, un mensaje muy directo y ese mensaje directo, cuando se habla públicamente, se convierte en una posición política también; se convierte en una postura que yo asumo y de alguna forma ya marca como una corriente o así […] yo siento que la gente tomó la banda como un referente, como una bandera de lucha, nos han invitado a tocar en marchas y eventos más relacionados con el movimiento contracorriente […] la banda tomó más el nombre de protesta y revolución.

 

De manera que, considerando la opinión de Ángel (1988) y de P2, el ambientalismo sería una acción más ética y política; no se limitaría a invitar exclusivamente a poner canecas de basura en la ciudad o pegar afiches que inviten a reciclar. El ambientalismo, en lugar de obedecer a lo propuesto por la educación ambiental tradicional de las instituciones, debería ser una fuerza colectiva que devele que las estructuras sobre las que se apoya la idea de desarrollo son los ecosistemas y la biodiversidad, que cada vez más se ven más deteriorados. Por lo tanto, el ambientalismo debería convertirse en una potencia política y colectiva que trascienda de acciones operativas. Cabe aclarar que —como lo menciona Ángel (1996, citado por Noguera y Pineda, 2014)—:

 

Es necesario advertir que el habitar humano no consiste en vivir sin transformar los ecosistemas. Antes bien, para sobrevivir hombres y mujeres hemos tenido que transformar, porque la cultura, de la que somos emergencia, no puede prescindir de las modificaciones de la naturaleza. (p. 22)

 

Sin embargo, durante décadas, el transformar y modificar la naturaleza ha sido caracterizado por el egocentrismo de la razón moderna, que ha promovido la crisis ambiental, que Ángel (1996, citado por Noguera y Pineda, 2014) define como “crisis civilizatoria” (p. 25). Frente al individualismo irreflexivo, Al Ritmo de la Basura compuso la canción llamada “Humano irracional”, que da cuenta del egoísmo y ambición con que se ha construido la cultura.

 

Un día al despertar, un mundo en ruina encontrarás, te preguntarás qué hacer, cuando antes no querías ver, que podías ayudar a un equilibrio mantener, pero tu mezquindad, no conocía la igualdad. ¿Por qué esperamos al final? donde no hay nada por hacer, fue necesario escuchar, pero el ego no te dejó ver. (Fragmento de la canción “Humano irracional”. Autor: Johan López Valencia)

 

“Humano irracional” es un llamado urgente a reconocer que habitar la tierra debe garantizar que todas las especies puedan vivir, lo que implica dejar a un lado el deseo inacabable de poder y riqueza, a toda costa. Conviene subrayar que, simultáneamente con las dinámicas que destruyen la vida, han existido alternativas, perspectivas y luchas que se confrontan constantemente con el aparato de Estado del desarrollo. Dentro de dichas alternativas al desarrollo se encuentran diferentes propuestas, pero todas enmarcadas en la armonización y equilibrio cultura-naturaleza. Como lo menciona Gudynas (2011):

 

Distintos componentes de las alternativas al desarrollo están cristalizando, y muchos de ellos se expresan en las actuales discusiones sobre el Buen Vivir […] que se basa en que las personas, comunidades y pueblos gocen de sus derechos, pero que actúen en el marco de la interculturalidad, del respeto a sus diversidades y de la convivencia armónica con la naturaleza. (p. 92)

 

Al Ritmo de la Basura, en sus canciones, invita a criticar el modelo de desarrollo, pero también a modificar la manera de habitar la tierra, de difuminar la idea impuesta de sujeto-objeto, en la que se ha argumentado la destrucción de la vida. Y es en su segundo álbum musical donde se evidencia su enfoque acentuado en la disolución humano-naturaleza, que permita otras alternativas a lo que ya se ha impuesto.

 

Al Ritmo de la Basura ha encontrado el punto de equilibrio entre el lenguaje usado en sus canciones, la música, el pensamiento ambiental y el habitar la tierra. De manera que, en “Páramo-ver el alma”, su segundo trabajo discográfico, se aprecia la invitación a reconfigurar la relación cuerpo-tierra, en donde el habitar permita, como lo diría Heidegger (1994), “cultivar la red de interconexiones que hacen posible la vida; dejar ser a la tierra, tierra, al agua, agua, y al bosque, bosque” (Noguera y Pineda, 2014, p. 21).

 

Si bien el discurso de Al Ritmo de la Basura sigue siendo la denuncia y crítica a la imposición del desarrollo dominante y la urgencia de hacer oposición a esa idea que, arbitrariamente, fue fijada en la sociedad, su segundo álbum enfatiza en la urgencia de hacer una pausa, de reflexionar y pensar ambientalmente, de dejar a un lado el habitar dominante sobre la naturaleza, para girar hacia una armonización de todos los modos de vida. Como lo menciona Noguera (2012):

 

El pensamiento ambiental tendría que ser decolonizador de los saberes, deconstructor de los discursos del sujeto y potenciador de las comunidades ecológicas alternativas: comunidades de seres vivos y en ellas los humanos, interactuando en clave de la vida como diferencia radical, con alteridades estéticas; potentes en clave ecosistémica-cultural. (p. 17)

 

Claramente, el dualismo hombre-naturaleza también es una estrategia política del aparato de Estado, pero que puede difuminarse con un constante trabajo que ponga en evidencia los horrores que tiene como consecuencia dicha escisión. Así pues, es manifiesto que el ambientalismo es una acción política y colectiva, y que, más que promover superficialidades operativas, tiene la labor de proponer otras cartografías, que no limiten y dividan la vida, sino que configuren la vida como tejido, en donde cada cuerpo hace parte de la trama y traza con cada movimiento un hilo que se conecta con lo demás.

 

En definitiva, pensar ambientalmente es el virus que el colectivo, a través de sus canciones, propaga en la sociedad. Lo hace a través de: 1) la denuncia sobre la destrucción de la vida, por las dinámicas capitalistas que convierten la biodiversidad en recurso monetario, en nombre de un beneficio común, pero que, finalmente, solo tiene como resultado devastación social y ambiental; 2) la invitación a tener un movimiento que haga oposición a ese discurso y sus acciones, es decir, a un cambio en la manera de pensar, que no normalice y justifique la destrucción de la vida, sino que se propongan otros modos, otras alternativas a habitar, que estén en armonía y equilibrio con todas las formas de vida.

 


 

Conclusiones

 

Tal como se ha evidenciado en el despliegue del documento, puede afirmarse que el colectivo Al Ritmo de la Basura apuesta por la oposición a una idea dominante de desarrollo, que ha promovido y perpetuado, por diferentes medios, su accionar en el planeta. Al igual, ha buscado combinar la música y la filosofía ambiental en sus canciones que dispersan y siembran en cada camino recorrido. Esta polifonía, que se ha convertido en máquina de guerra, ha permitido que sus integrantes hayan iniciado un cambio en sus formas de ser en el mundo, desde sus prácticas artísticas, hasta sus maneras de habitar, más equilibradas y armoniosas con la naturaleza. Como lo afirma Ángel (2013):

 

Toda cultura organiza una secreta red de símbolos que son, en última instancia, los que desencadenan los comportamientos individuales y sociales. Esta red está compuesta por los mitos, la filosofía, la ética, el derecho y las creaciones artísticas y literarias. Sin entender este mundo simbólico es muy difícil comprender la manera como el hombre actúa sobre la naturaleza. (p. 90)

 

Es así como los integrantes de Al Ritmo de la Basura, en su transitar con el colectivo, han logrado interiorizar que la búsqueda de un modo armónico de habitar la tierra requiere una transformación de la ética, inicialmente desde una mirada individual. De esta manera, en las voces de los integrantes, se puede reflejar que se ha hecho un esfuerzo individual de modificación de sus actitudes individuales tanto operativas —por ejemplo el reciclaje, la reutilización y el ahorro del agua— como pensamientos profundos que les ha permitido superar miradas separadas y simplistas, para comprenderse y sentirse naturaleza. Si bien la crisis ambiental es política y por lo tanto colectiva, es indispensable lograr la transformación ética individual, que configure y ensamble una movilización social organizada.

 

Además, este colectivo, que nació por acción rizomática, ahora se multiplica a manera de virus y hierba, buscando conquistar nuevos territorios para que, a su vez, broten nuevos ensamblajes maquínicos, o bien se fortalezcan las máquinas artísticas, máquinas musicales, máquinas ambientales, máquinas campesinas o indígenas, que griten en contra del aparato de Estado y logren esparcir el pensamiento rizomático (Deleuze, 2002, 2005), que podría asimilarse con el pensamiento político-ambiental, como insumo para recorrer el camino hacia nuevas perspectivas del posdesarrollo.

 

Si bien las máquinas de guerra en muchas ocasiones no representan mayor peligro para el inmenso aparato de Estado, sí logran generar dudas y tensiones entre individuos que han estado tradicionalmente sumergidos en las profundidades de la racionalidad moderna, conquistando, poco a poco, territorios que parecían perdidos. Tal como lo afirma Escobar (2016b):

 

Hay muchas señales que sugieren que la doctrina del Mundo Mundial se estaría desmoronando. La creciente visibilidad de las luchas en defensa de las montañas, de los paisajes, de los bosques, de los territorios, etc., que atraen a quienes entienden la vida como un conjunto de relaciones (no-dualista) y pluriontológica, es una expresión más de la crisis del mundo. (p. 22)

 

Es así como este colectivo se caracteriza por generar un agenciamiento que se encarga de visibilizar y expresar que el sistema tradicional de desarrollo, contrario a proporcionar bienestar social y respetar la biodiversidad, lo que ha logrado ha sido lo contrario: generar crisis ambiental y social. Al Ritmo de la Basura se ha empeñado en hacer ver, a través de su música, el funcionamiento correlacional de la vida, que el desarrollo mundial ha silenciado (Escobar, 2016a).

 

Es en esa dinámica de conquista, territorialización, reterritorialización, codificación, descodificación, donde se libra la constante batalla entre la máquina de guerra-Al Ritmo de la Basura y el aparato de Estado-educación ambiental-desarrollo sostenible.

 

De acuerdo con Ángel (1988), “lo ambiental no es un problema que se resuelva solamente con el esfuerzo moralista de una ética individual. Si la reforma de los comportamientos es indispensable, lo es igualmente colocar las bases sociales para lograrla” (p. 170). Las bases sociales a las que se refiere el autor son precisamente, en primera medida, la modificación del pensamiento dominante sobre la naturaleza que, en un segundo momento, permita a la sociedad criticar, denunciar pero, al mismo tiempo, tomar acciones colectivas que se opongan a las lógicas capitalistas que han destruido los ecosistemas durante años (Leff, 2014).

 

Al Ritmo de la Basura se ha encargado de promover la transformación del pensamiento de las bases sociales, para que se comprenda que la crisis es de tinte político, y que la solución, más que en el reciclaje, está en el marco de la lucha social ambiental. Sería imprudente afirmar que Al Ritmo de la Basura ha logrado desequilibrar el sistema dominante; no obstante, sí se puede afirmar que sus movimientos y dinámicas han causado disonancias y variaciones rítmicas en sus integrantes y al menos en otros pequeños territorios que han sido invadidos por el virus musical.

 

Finalmente, teniendo en cuenta que la solución a la crisis está en el nivel de lo político y de la perspectiva de desarrollo, el camino por recorrer es largo, extenso y profundo, lo que representa la necesidad de multiplicarse, extenderse y producir cada vez más deseos de transformación, que ensamblen agenciamientos como oposición a los sistemas arborescentes que impiden el movimiento.

 


 

Recomendaciones

 

Como se ha mencionado, es creciente el surgimiento de diferentes propuestas que han identificado que algo no está bien en la sociedad neoliberal, y buscan por una variedad de medios, caminos o estrategias, denunciarlo. En el caso de los colectivos que usan el arte en cualquiera de sus expresiones, para tal fin, sería pertinente que conocieran los resultados de la presente investigación, con el objetivo de que indaguen sobre las dinámicas rizomáticas y cómo estas pueden generar cuestionamientos en la sociedad en general.

 

Si bien hay colectivos artísticos constituidos con mayor trayectoria, sería oportuno que grupos musicales, de teatro, de danza, pintores y artistas en general que están emergiendo, comprendan las dinámicas del aparato al que se oponen, pues él intentará, por diferentes medios, apropiarse de los movimientos que se resistan a lo establecido, hasta hacerlos parte del sistema. Como lo mencionan Deleuze y Guattari (2002):

 

El Estado no confiere un poder a los intelectuales o creadores de conceptos, sino que, por el contrario, los convierte en un organismo estrechamente dependiente, cuya autonomía es solo ilusoria, pero que, sin embargo, es suficiente para anular toda capacidad a aquellos que ya sólo hacen reproducir o ejecutar. (p. 374)

 

Por lo anterior, dar a conocer este documento es una especie de alerta o advertencia, para artistas y colectivos que quieran ser máquina de guerra opositora a diferentes representaciones del aparato de Estado. Es necesario hacer camino de manera cuidadosa, sabiendo identificar cuándo el aparato de Estado está intentando capturar a un nuevo colectivo, pues este despojo, en muchas ocasiones, no se hace de manera agresiva o violenta; por el contrario, se busca generar comodidad y sensación de independencia, hasta lograr su codificación y significación (Deleuze, 2007, 2013a, 2014).

 

Asimismo, dar a conocer esta investigación podría ser de utilidad para quienes han puesto en duda los discursos del desarrollo sostenible y la educación ambiental que realizan algunas instituciones, teniendo en cuenta que la mayoría de acciones promovidas por tales instituciones se enfocan en las mismas actividades operativas, como el reciclaje, el ahorro de agua, de energía, el no tirar basura, entre otras; pero, al mismo tiempo, otorgan licencias y concesiones a grandes empresas, para que conviertan los ecosistemas en recurso monetario.

 

Con respecto a lo anterior, es importante que los ambientalistas reconozcan que la crisis ambiental es un problema estructural que obedece a dinámicas mundiales de desarrollo. Comprender que una de las estrategias del desarrollo impuesto ha sido homogenizar la cultura, buscando que pocas personas se cuestionen sobre las acciones realizadas por el capitalismo, es el primer paso para identificar que la transformación y reconocimiento de la heterogeneidad de la cultura es fundamental para refutar los métodos usados por el desarrollo economicista (Fals Borda, 2000).

 

De manera que, ambientalistas y personas que realmente se preocupan y enfocan sus fuerzas en el bienestar ambiental, podrían focalizar sus esfuerzos en movilizar el pensamiento hacia una cultura ambiental y política.

 

Por otro lado, se recomienda que las instituciones educativas, desde preescolar hasta la educación media, promuevan la ambientalización de la educación, más que la educación ambiental, buscando que los estudiantes, desde grado preescolar, crezcan con un pensamiento ambiental, que permita que sus modos de habitar sean armónicos y equilibrados con la realidad ambiental y social.

 

Finalmente, se sugiere que las instituciones educativas revisen sus Proyectos Ambientales Escolares (PRAE), con el objetivo de identificar si dichos proyectos realmente están transversalizando lo ambiental a las demás áreas del conocimiento, buscando una real transformación del habitar, o si, por el contrario, los PRAE son un formalismo que se limita exclusivamente a realizar acciones extraclase, enfocadas en el reciclaje.

 


 

Potencial conflicto de intereses

 

Sobre este artículo no existe potencial conflicto de intereses.

 


 

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1 Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente rural de Ciencias Naturales y Educación Ambiental en la Secretaría de Educación de Pereira. Pereira, Colombia. E-mail: paanagudelo@utp.edu.co.

 

2 Posdoctor en Investigación en Ciencias Sociales. Docente en las universidades: Fundación Universitaria del Área Andina, Universidad de Manizales-CINDE y Universidad Tecnológica de Pereira. Colombia. E-mail: oscar.jaramillo@utp.edu.co.

 

3 Los participantes de la investigación se codifican con las siguientes convenciones: participante 1, integrante del colectivo Al Ritmo de la Basura (P1); participante 2, integrante del colectivo Al Ritmo de la Basura (P2); participante 3, integrante del colectivo Al Ritmo de la Basura (P3).

 

4 Por ejemplo, el Gui-TARRO, instrumento musical donde el cuerpo es un tarro de pegamento que había sido desechado.

 

5 Este álbum se encuentra en la plataforma YouTube. https://www.youtube.com/channel/UCwfFGP0m6L6XeDls-wbUJAw/videos

 

6 Nota de medio de comunicación Radiónica. https://www.radionica.rocks/qal-ritmo-de-la-basura-megamineria

 


 

Para citar este artículo: Agudelo, P. A. y Jaramillo, O. A. (2020). Interpretación de la manera en que los agenciamientos artísticos movilizan los modos subjetivos del habitar de los integrantes del colectivo Al Ritmo de la Basura. Revista Luna Azul, 53, 125-145. Doi: http://doi.org/10.17151/luaz.2021.53.8

 


 

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